En un
escrito publicado por el Ex Embajador de la República Argentina ante las
Naciones Unidas Emilio J. Cárdenas comenta el estado alarmante de la economía
venezolana que según la oposición dice
que se debe a cinco factores, combinados entre sí.
Primero,
una situación fiscal desbordada, donde el sector público tiene un gigantesco
déficit, estimado en el 15% del PBI de Venezuela, que se financia con emisión
de dinero.
Segundo,
como consecuencia de ello, un notorio exceso de liquidez, con tasas de interés
bajas que -en un ambiente de alta inflación- destruyen toda posibilidad de
ahorro en moneda local.
Tercero,
las bajas reservas, que se evaporan velozmente, a un ritmo realmente tremendo,
de más de 800 millones de dólares mensuales. A pesar de las exportaciones de
petróleo a los Estados Unidos, el principal cliente de Venezuela, pese a la
retórica política. El valor del bolívar cae entonces precipitadamente.
Cuarto,
la producción petrolera, en manos del Estado, que declina aceleradamente y no
logra salir de la espiral de disminución de volúmenes que se ha generado. La
deuda externa de PDVSA es también enorme.
Quinto,
no hay conducción económica. No se sabe quién toma las decisiones. Y si es
Maduro, mala señal, por su evidente incompetencia. Lo cierto es que el Ministro
de Energía y Petróleo acaba de ser encargado específicamente del manejo de la
economía. Y que los militares, de paso, también. No hay entonces cara visible
del gabinete económico, que es multifacético. Nadie es responsable de nada. Como
en otros lares de nuestra región.
ALMO.-
Caracas 13 Noviembre 2013
Según
Cárdenas: “La realidad es francamente cruel, desde que está signada por: la
escasez de los productos hasta de primera necesidad; una inflación desbocada;
una pérdida imparable de reservas; y la caída constante de la producción de
hidrocarburos …”.
La
oposición está formulando propuestas concretas, que pone abiertamente a la
consideración del pueblo venezolano todo, aunque esté segura de que ellas
caerán “en saco roto”, cuando de ser consideradas por la administración que
“conduce” a Venezuela se trata.
Primero, propone asegurar el derecho de propiedad,
de manera que nadie se sienta vulnerable en ese capítulo esencial de la vida de
relación. Porque si ello no ocurre, simplemente no hay inversión. Desde que
nadie asume riesgos absurdos. Sin inversión, nos recuerda, no hay crecimiento.
Que es exactamente lo que está sucediendo en Venezuela.
Segundo, hay que dejar de financiar los
gigantescos déficits fiscales con emisión de dinero. Esto supone, además, poner
límites a la deuda pública, en todos sus frentes. Para ello la oposición
sugiere debatir y sancionar una “ley de responsabilidad fiscal”.
Tercero, debe propenderse a la unificación
progresiva de los distintos -y caóticos- tipos de cambio. Porque el presunto
“anclaje” de la inflación mediante el atraso del tipo de cambio (como sabemos
bien los argentinos) tan sólo genera pérdida de reservas. Tarde o temprano.
Además de permanentes expectativas de devaluación. Y, por ende, las
consiguientes presiones inflacionarias.
Cuarto, definir una política industrial
concreta, que permita que la producción venezolana no siga cayendo y, en
cambio, se entone. Incluyendo líneas de crédito a la exportación. Además de
poner en marcha políticas concretas de capacitación del personal y promover
concretamente la inversión nacional y extranjera, con todas las reglas y
medidas que para ello siempre se requieren, esto es con normas que, lejos de
generar caos e inestabilidad, proyecten confianza. Incluyendo naturalmente las
institucionales. Por ejemplo, la inversión ciertamente no llega -y se escapa-
cuando, en lugar de independencia e imparcialidad en el poder judicial, se
advierte una sumisión ostensible de los jueces y magistrados al poder político.
Quinto, modernizar una infraestructura hoy
deteriorada, al punto de estar decrépita. Con un plan ambicioso y concreto, que
contemple las carreteras, puertos, puentes, aeropuertos, así como a las
escuelas y hospitales. Sin ello, no se podrá aumentar la bajísima productividad
de las empresas venezolanas.
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