miércoles, 13 de noviembre de 2013

VENEZUELA LA OPOSICIÓN CLARA Y CONTUNDENTE FRENTE A MADURO


ALMO.- Caracas 13 Noviembre 2013
En un escrito publicado por el Ex Embajador de la República Argentina ante las Naciones Unidas Emilio J. Cárdenas comenta el estado alarmante de la economía venezolana que según la  oposición dice que se debe a cinco factores, combinados entre sí.

Primero, una situación fiscal desbordada, donde el sector público tiene un gigantesco déficit, estimado en el 15% del PBI de Venezuela, que se financia con emisión de dinero. 

Segundo, como consecuencia de ello, un notorio exceso de liquidez, con tasas de interés bajas que -en un ambiente de alta inflación- destruyen toda posibilidad de ahorro en moneda local.

Tercero, las bajas reservas, que se evaporan velozmente, a un ritmo realmente tremendo, de más de 800 millones de dólares mensuales. A pesar de las exportaciones de petróleo a los Estados Unidos, el principal cliente de Venezuela, pese a la retórica política. El valor del bolívar cae entonces precipitadamente.

Cuarto, la producción petrolera, en manos del Estado, que declina aceleradamente y no logra salir de la espiral de disminución de volúmenes que se ha generado. La deuda externa de PDVSA es también enorme.

Quinto, no hay conducción económica. No se sabe quién toma las decisiones. Y si es Maduro, mala señal, por su evidente incompetencia. Lo cierto es que el Ministro de Energía y Petróleo acaba de ser encargado específicamente del manejo de la economía. Y que los militares, de paso, también. No hay entonces cara visible del gabinete económico, que es multifacético. Nadie es responsable de nada. Como en otros lares de nuestra región.


ALMO.- Caracas 13 Noviembre 2013
Según Cárdenas: “La realidad es francamente cruel, desde que está signada por: la escasez de los productos hasta de primera necesidad; una inflación desbocada; una pérdida imparable de reservas; y la caída constante de la producción de hidrocarburos …”.

La oposición está formulando propuestas concretas, que pone abiertamente a la consideración del pueblo venezolano todo, aunque esté segura de que ellas caerán “en saco roto”, cuando de ser consideradas por la administración que “conduce” a Venezuela se trata.

 Primero, propone asegurar el derecho de propiedad, de manera que nadie se sienta vulnerable en ese capítulo esencial de la vida de relación. Porque si ello no ocurre, simplemente no hay inversión. Desde que nadie asume riesgos absurdos. Sin inversión, nos recuerda, no hay crecimiento. Que es exactamente lo que está sucediendo en Venezuela.

 Segundo, hay que dejar de financiar los gigantescos déficits fiscales con emisión de dinero. Esto supone, además, poner límites a la deuda pública, en todos sus frentes. Para ello la oposición sugiere debatir y sancionar una “ley de responsabilidad fiscal”.

 Tercero, debe propenderse a la unificación progresiva de los distintos -y caóticos- tipos de cambio. Porque el presunto “anclaje” de la inflación mediante el atraso del tipo de cambio (como sabemos bien los argentinos) tan sólo genera pérdida de reservas. Tarde o temprano. Además de permanentes expectativas de devaluación. Y, por ende, las consiguientes presiones inflacionarias.

 Cuarto, definir una política industrial concreta, que permita que la producción venezolana no siga cayendo y, en cambio, se entone. Incluyendo líneas de crédito a la exportación. Además de poner en marcha políticas concretas de capacitación del personal y promover concretamente la inversión nacional y extranjera, con todas las reglas y medidas que para ello siempre se requieren, esto es con normas que, lejos de generar caos e inestabilidad, proyecten confianza. Incluyendo naturalmente las institucionales. Por ejemplo, la inversión ciertamente no llega -y se escapa- cuando, en lugar de independencia e imparcialidad en el poder judicial, se advierte una sumisión ostensible de los jueces y magistrados al poder político.


 Quinto, modernizar una infraestructura hoy deteriorada, al punto de estar decrépita. Con un plan ambicioso y concreto, que contemple las carreteras, puertos, puentes, aeropuertos, así como a las escuelas y hospitales. Sin ello, no se podrá aumentar la bajísima productividad de las empresas venezolanas.

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